La resignificación de la noción de cuidado desde los feminismos de los años 60 y 70
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEste artículo aborda la noción de cuidado a partir de su visibilización en los debates promovidos por los feminismos en las décadas de 1960 y 1970. Inicialmente nos referimos al cuidado en los feminismos marxistas y socialistas, en cuyo seno se acuña el término 'trabajo doméstico'. A continuación recuperaremos la dimensión relacional del cuidado a partir de las experiencias de los grupos de autoconciencia promovidos por el feminismo radical norteamericano. Hacia el final, nos centramos en los debates sobre la emancipación en el feminismo liberal, así como la interseccionalidad clase-raza-género para pensar los distintos tipos de opresiones y sus relaciones con el feminismo negro norteamericano. Concluimos afirmando la necesidad de concebir el cuidado desde una perspectiva compleja, en relación con la interdependencia y la vulnerabilidad.

			Trazar una definición sobre el cuidado implica asumir el desafío de inscribir en la misma su carácter polifónico, caleidoscópico y multidimensional. Es que el cuidado se puede decir de muchas formas y ver desde múltiples perspectivas. En su etimología cuidar nos remite a
Un primer aspecto en el que repararemos para definir el cuidado refiere a su materialidad, su hacer concreto.
El cuidado como trabajo ha adquirido relevancia en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI a partir de los debates promovidos por el feminismo. Para indagar en los inicios de esta concepción es necesario remontarse al activismo de los feminismos marxistas y socialistas, en cuyo seno se acuña el término
Hacia el final, abordamos los debates sobre la emancipación en el feminismo liberal, así como la interseccionalidad clase-raza-género, para pensar los distintos tipos de opresiones y sus relaciones con el feminismo negro norteamericano.

		Marx desarrolló su análisis del capitalismo a partir de la consideración del trabajo asalariado como motor de la explotación burguesa. El salario no está determinado por el valor de lo que el obrero produce sino por el valor de aquello que es necesario para mantenerlo con vida y reproducir una nueva generación de obreros. Sin embargo, para que esta reproducción de la fuerza de trabajo sea posible no basta con el consumo de las mercancías producidas en la fábrica. Las mercancías no están en forma inmediatamente consumible cuando se adquieren con el salario;

			

				

				Gayle Rubin, 'El tráfico de mujeres: Notas sobre la 'economía política' del sexo',
Así, se pregonará la visibilización del trabajo doméstico como motor del sistema capitalista, cuyo carácter oculto otorga mayor sutileza e invisibilidad a la explotación. Siguiendo a Rubin, ya en Marx y Engels encontramos un reconocimiento de la importancia del trabajo doméstico. En el caso de Engels, se encuentra lo mismo en la distinción entre
Reconoce que el proceso de reproducción de la fuerza laboral es parte integrante de la producción de valor y de la acumulación capitalista («la producción del medio de producción más valioso para los capitalistas: el trabajador en sí mismo»). Pero, de manera muy paradójica desde un punto de vista feminista, piensa que esta reproducción queda cubierta desde el proceso de producción de las mercancías, es decir, el trabajador gana un salario y con el salario cubre sus necesidades vitales a través de la compra de comida, ropa... Nunca reconoce que es necesario un trabajo, el trabajo de reproducción, para cocinar, para limpiar, para procrear.

			

				

				
El contexto de Marx al momento de escribir
Los feminismos marxistas retomarán a Marx en su análisis de las relaciones de producción y reproducción del capital postulando la centralidad del trabajo doméstico en el desarrollo y sostenimiento del capitalismo. Teóricas y activistas feministas como María Rosa Dalla Costa, Selma James y Silvia Federici sostendrán que el trabajo doméstico produce y reproduce la fuerza de trabajo que luego el capital explotará en las fábricas. De allí que
Al afirmar que las mujeres con sus trabajos en los hogares contribuyen al sostenimiento del capitalismo, la fábrica no se circunscribe al edificio donde se producen determinados bienes sino que es entendida como un modo de organización de la sociedad.

			

				

				Federici,
En las décadas de 1960 y 1970 se gestan los diferentes movimientos que reivindicarán salario para los trabajos domésticos, como las Welfare Mothers en Estados Unidos, y la Campaña Internacional por el Salario para el Trabajo Doméstico, [The International Wages for Housework Campaign, en inglés], cuyo epicentro será en Italia. En la década de 1960, las Welfare Mothers, mujeres que recibían asistencia económica del Estado en el marco de un programa que proporcionaba dinero a los hijos de familias monoparentales, cuyas familias no disponían de ingresos, o éstos eran muy bajos. Se movilizaron para exigir un sueldo al Estado por el trabajo que suponía criar a sus hijos. Lideradas por mujeres afroamericanas, e inspiradas a su vez en el Movimiento por los Derechos Civiles, politizaron el cuidado e instalaron el
Tanto para Dalla Costa como para Federici, activistas de la Campaña Internacional por el Salario para el Trabajo Doméstico, la falta de salario oculta el trabajo desarrollado por las mujeres; aparece como si fuese un servicio personal externo al capital, aunque por supuesto no lo sea. El salario para el trabajo doméstico se postula como un medio estratégico para fortalecer la cooperación en la clase obrera y derrotar al capital. Es importante aclarar que no se trata de un fin en sí mismo, sino de un instrumento que permitiría poner a la reproducción al servicio de las personas y no del capital. El trabajo reproductivo tiene, para Federici, un doble carácter, 'como trabajo que nos reproduce y nos 'valoriza' no sólo de cara a integrarnos en el mercado laboral sino también contra él'.

			

				

				Federici,
En un análisis sobre los orígenes de la familia capitalista, Dalla Costa afirma que el capitalismo ha creado la familia moderna destruyendo los grupos familiares o comunidades que existían previamente. 
			 
				 
				Dalla Costa, 'Las mujeres y...', 25-27. 
			19 La adopción en las familias del formato mujer-ama de casa/hombre-proveedor constituye, en este sentido, una expresión de la división entre las actividades de reproducción de la vida y las actividades de producción específica del capitalismo. En las sociedades precapitalistas las actividades de producción agrícola y artesanal se desarrollaban en un mismo espacio que las actividades reproductivas: la casa. Con el advenimiento del capitalismo, la fábrica desplazó a la casa como centro de las actividades de producción y lo que antes estaba unificado en un mismo espacio se fragmentó. De esta forma el trabajo remunerado desarrollado en las fábricas comenzó a ser percibido como el único trabajo socialmente valioso.

			Existen estudios históricos que refieren la transición de la familia extensa a la familia nuclear como una creación histórica que acompaña el proceso de industrialización. Siguiendo a Carrasco, Borderías y Torns, algunos estudios históricos en torno al trabajo de cuidados han señalado que en los hogares preindustriales, en algunos lugares, los hombres participaban muy activamente en el proceso de preparación de los alimentos, así como hombres y mujeres de distintas generaciones podían hilar y tejer juntos para confeccionar su propia vestimenta.

			

				

				Carrasco, Borderías y Torns, 'Introducción...', 17.

			20 Si bien en estas comunidades podía existir una división sexual del trabajo, no había entre las mismas una jerarquía sino un criterio de complementariedad.

			

				

				Ángela Davis,
La familia nuclear fue organizada por el capital como base para la reproducción de la fuerza de trabajo con el objetivo de tener una mano de obra más establece y disciplinada, en un contexto en el que las diferentes luchas obreras entre 1830 y 1840 estuvieron a punto de llevar adelante una revolución en Inglaterra.

			

				

				Federici,
Hacia finales del siglo XIX, el capitalismo británico y estadounidense realizan una transición de la industria ligera a la pesada: del textil al acero; de una explotación basada en la extensión de la jornada laboral a una caracterizada por la intensificación de la explotación.

			

				

				
Cabe mencionar que algunos debates sobre el trabajo doméstico también giraron en torno a la relación del mismo con el desarrollo tecnológico. Ante los avances tecnológicos de la época, Dalla Costa anticipaba que ninguna innovación tecnológica puede preocuparse y criar niños. 
			 
				 
				Dalla Costa, 'Las mujeres y...', 34. 
			25 Es decir, una buena parte del trabajo doméstico, que tenía que ver con el cuidado de personas, en cuyo centro se encuentran aspectos relacionales y afectivos, no podía ser sustituida por artefactos domésticos producidos en masa. Aun así, existía quien relacionaba reducción del tiempo de trabajo de las amas de casa con los avances tecnológicos. 
			 
				 
				Carrasco, Borderías y Torns, 'Introducción...', 32. 
			26 
			

			Sin embargo, los debates no se circunscribieron a la relación trabajo doméstico-salario, trabajo doméstico-tecnología. También giraron en torno a la socialización de este trabajo como profundizaremos en el apartado sobre interseccionalidad de la clase, la raza y el género. Es importante mencionar que la Revolución rusa articuló propuestas en torno a la socialización del trabajo doméstico. Para lograr este cometido, se proponía la transferencia de las tareas realizadas en los hogares por las mujeres sin ningún tipo de pagos, a la esfera pública, a través de la puesta en funcionamiento de comedores, lavanderías y centros de cuidado infantil comunitarios. Se entendía tal y como lo afirma Goldman: esta socialización del trabajo doméstico liberaría a las mujeres de las cargas domésticas, así como eliminaría la dependencia respecto a los hombres promoviendo una nueva libertad en las relaciones entre los sexos.

			

				

				Wendy Goldman,
Los bolcheviques les adjudicaban poca importancia a los poderosos lazos emocionales entre padres e hijos. Asumían que la mayor parte del cuidado necesario de los niños, hasta de los más pequeños, podía ser relegado a empleados públicos pagos. Tendían a menospreciar el rol del lazo madre-hijo en la supervivencia infantil y el desarrollo del niño en edad temprana, por más que hasta un conocimiento rudimentario del trabajo de guarderías pre-revolucionarias hubiera relevado las tasas de supervivencia escandalosamente bajas para niños pequeños en contextos institucionales.

			

				

				
En síntesis, los feminismos marxistas serán fundamentales para instalar el debate sobre los cuidados y lograr la visibilización del carácter imprescindible para el capitalismo de tareas que sin embargo son socialmente subestimadas. Se planteará que las mujeres son explotadas por el capitalismo de manera invisible a partir del trabajo doméstico, forma específica que asume en el capitalismo el trabajo reproductivo que las mujeres realizan en los hogares. Las casas -entendidas como un engranaje más de la fábrica- constituyen su unidad de producción: allí producen fuerza de trabajo y mantienen al trabajador asalariado en condiciones que le permitan resguardar su
En coexistencia con los feminismos socialistas y marxistas y con críticas a los mismos, se desarrolla el feminismo radical norteamericano. Como vimos anteriormente, los feminismos marxistas visibilizaron toda una esfera de actividades consideradas improductivas y que, sin embargo, son fundamentales para la obtención de plusvalía y la acumulación del capital. Muchas de las activistas del feminismo radical fueron mujeres que militaron en organizaciones de izquierda y comenzaron a observar limitaciones en estos esquemas de análisis. Por un lado, la opresión se observaba en experiencias históricas que no eran capitalistas; por el otro, muchas mujeres daban cuenta de la existencia de prácticas sexistas por parte de sus compañeros de militancia. La opresión sexual comenzaba a ocupar un lugar central en estos feminismos y a constituirse como específica de las relaciones de dominación del patriarcado. Se afirmaba la existencia de factores culturales e históricos que no pueden atribuirse a la naturaleza, que exceden las relaciones exclusivamente económicas, y que afectan a la subordinación de las mujeres. 
			 
				 
				Alba Artiaga Leiras, 'Producción política de los cuidados y de la dependencia: Políticas públicas y experiencias de organización social de los cuidados' (tesis de doctorado, Departamento de Sociología I de la Universidad Complutense de Madrid, 2015), 86-87. 
			30 
			

			Aunque exista heterogeneidad entre las distintas corrientes del feminismo radical, podemos afirmar que existen algunos puntos comunes entre ellas: la utilización del concepto de patriarcado como dominación universal, una noción de poder y de política ampliadas, la utilización de la categoría de género para rechazar rasgos que asigna el patriarcado, un análisis de la sexualidad que desembocará en una crítica a la heterosexualidad obligatoria, la denuncia de la violencia patriarcal.

			

				

				Alicia Puleo, 'Lo personal es político: El surgimiento del feminismo radical. Kate Millet'.
El feminismo radical, a diferencia del feminismo liberal, no centrará la explicación de la opresión hacia las mujeres en su ausencia de espacios tradicionalmente ocupados por hombres. Por otra parte, en contraste con el feminismo marxista no se pondrá énfasis para pensar dicha opresión en el desarrollo del capitalismo, ya que en sistemas no capitalistas también existe la misma. La opresión hacia las mujeres se situa en el patriarcado y la relación entre los sexos, la cual debe pensarse y abordarse en clave política. '¿Es posible considerar la relación entre los sexos desde un punto de vista político?',

			

				

				Generalmente, se considera a Kate Millet y Sulamith Firestone como las exponentes más reconocidas del feminismo radical norteamericano.

			32 se pregunta Kate Millet en su libro
El patriarcado es, en definitiva, el control de los hombres sobre las mujeres 'que se manifiesta en todas las formas políticas, sociales y económicas, ya se trate de las castas y clases, del feudalismo y la burocracia, y también en las principales religiones'.

			

				

				
Con el feminismo radical el lema 'lo personal es político' se traducirá en una experiencia concreta a partir de la cual transformar y politizar la vida personal y cotidiana de muchas mujeres: los grupos de autoconciencia.

			

				

				Bell Hooks,
Podemos plantear a modo de hipótesis que, siendo las actividades de cuidado parte de la cotidianeidad de una gran mayoría de mujeres, los grupos de autoconciencia contribuyeron a generar discusiones entre otros aspectos, en torno al cuidar. Pero además constituían verdaderos espacios de cuidado de sí, como afirma Foucault, recuperando sus orígenes grecorromanos, el cuidado de sí es equivalente a una transformación del sujeto.

			

				

				Michel Foucault,
La denuncia al sexismo será la clave de la formación de estos grupos, entendiendo que la dominación masculina reside en el sexismo imperante y su interiorización.

			Antes de que las mujeres pudiéramos cambiar el patriarcado, teníamos que cambiarnos a nosotras mismas, teníamos que tomar conciencia.

			La toma de conciencia feminista revolucionaria enfatizaba la importancia de aprender sobre el patriarcado como sistema de dominación, sobre cómo llegó a institucionalizarse y sobre cómo se perpetúa y se mantiene. Entender la manera en que la dominación masculina y el sexismo se expresaban en la vida diaria concienció a las mujeres sobre cómo eran acosadas, cómo trabajaban para otros y, en el peor de los casos, cómo no tenían ningún control sobre sus vidas.

			

				

				Hooks,
Siguiendo a Rubin, 'Las mujeres son oprimidas en sociedades que ningún esfuerzo de imaginación puede describir como capitalistas'.

			

				

				Rubin, 'El tráfico de mujeres...', 100.

			40 La autora señala la importancia de la teoría de la sexualidad de Freud y la estructura de los sistemas de parentesco de Lévi-Strauss para contrarrestar cierta tendencia a explicar la opresión sexual como reflejo de modos de producción o fuerzas económicas. En ese sentido es que el marxismo clásico para la autora ha fracasado en conceptualizar la represión sexual. En cambio, tanto Freud como Lévi-Strauss aportarían claves fundamentales para pensar las 'estructuras profundas de la opresión sexual', aunque ninguno de los autores (y este no es un detalle menor) cuestione el sexismo endémico a los sistemas que describen. Para Rubin, el feminismo debe apuntar a eliminar el sistema socio-cultural que crea el sexismo y el género, este último a su vez generado por la división sexual del trabajo. El sistema sexo/género alude a un conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el cual se satisfacen esas necesidades transformadas. Los humanos tenemos la capacidad y necesidad de
Al hablar de sexualidad humana, no podemos entender la misma sin una base pulsional, pues estamos eyectados de la posibilidad de una sexualidad meramente instintiva y/o animal. La pulsión, como afirma Freud, es un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, y es por ello que la sexualidad humana se presenta engarzada con la fantasía.

			

				

				Sigmund Freud,
Al respecto de la opresión sexual es interesante recordar la descripción que ofrece Angela Davis sobre las opresiones de hombres sobre mujeres en el marco de la Convención Mundial Antiesclavista, realizada en Londres en 1840.

			

				

				Davis,
El feminismo radical contribuyó a concebir la opresión hacia las mujeres en relación al patriarcado, así como a la puesta en discusión de los aspectos
La versión hegemónica acerca de los orígenes del feminismo gira alrededor de las luchas por el sufragio femenino en Europa y Estados Unidos a fines del siglo XIX y principios del XX. Los movimientos de mujeres luchan por su inclusión en espacios públicos en los que la participación femenina estaba vedada, siendo las demandas por acceso a la educación y derecho al voto una constante de estas luchas. Las bases de este feminismo se encontrarán en el
Estos antecedentes del feminismo ilustrado constituyeron una influencia de notable importancia para los movimientos feministas liberales que lucharon por su inclusión en la democracia y ciudadanía y que, conquistado el derecho al sufragio y tras haberse incorporado en trabajos en fábricas en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, reivindicaron el trabajo fuera del hogar como una vía de emancipación. Este ideal se articulaba en muchas ocasiones con el rechazo al trabajo doméstico como
Un ejemplo de esta perspectiva lo es el libro de la psicóloga social y periodista estadounidense Betty Friedan,
Las mujeres que padecen este malestar, cuya voz interior las está turbando, han vivido toda su vida buscando la realización femenina. No son mujeres de carrera (aunque las mujeres de carrera posiblemente tengan otros problemas); son mujeres cuya mayor ambición ha sido el matrimonio y los hijos.

			

				

				Friedan,
Para Friedan ha existido en el contexto estadounidense desde la década del 1950 una
En el caso de los feminismos liberales, la vía emancipatoria había comenzado con el derecho al sufragio y el acceso a la educación, y debía culminarse con el acceso al mercado laboral. Sin embargo, al menos en el contexto norteamericano, muchas mujeres negras y blancas pobres ya se encontraban trabajando fuera de sus hogares, y esos trabajos no representaban ningún tipo de emancipación para las mismas.

			

				

				Hooks,
Otras eran, por lo tanto, las situaciones de los feminismos negros en los diferentes momentos históricos. Recordemos que surgen en un contexto de esclavitud, y su aspiración no era sólo liberarse de la dominación sexista sino también de la opresión racista y de clase.

			 
		El movimiento feminista negro de Estados Unidos surgió en la confluencia y tensión entre dos movimientos: el abolicionismo y el sufragismo.

			

				

				Jabardo, 'Introducción...', 27.

			50 A lo largo del siglo XIX, las mujeres negras sometidas a esclavitud y discriminadas por el imperante racismo, así como las mujeres blancas de clases bajas trabajando en fábricas, eran una constante del contexto histórico norteamericano. Así lo refleja Angela Davis al insinuar que la Declaración de Seneca Falls, considerada uno de los hitos fundantes del feminismo, no reflejaba verdaderamente los problemas y necesidades de las mujeres de Estados Unidos sino los de las mujeres blancas de clase media.

			

				

				Davis,
Continuando nuestra propuesta de articular los diferentes feminismos con la noción de cuidado, rescataremos algunas definiciones en torno al mismo en el desarrollo teórico de Davis. Sostendrá en referencia al trabajo doméstico su carácter invisible, improductivo, extenuante y nada creativo. Debido a estas características 'ni las mujeres ni los hombres deberían malgastar unas horas preciosas de sus vidas en una labor que no es estimulante, ni creativa, ni productiva'.

			

				

				
Actualmente, para las mujeres negras y para todas sus hermanas blancas de clase obrera, la idea de que la carga del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos pueda ser descargada de sus espaldas y asumida por la sociedad contiene uno de los secretos milagrosos de la liberación de las mujeres. La atención a la infancia y la preparación de la comida deberían ser socializadas, el trabajo doméstico debería ser industrializado, y todos estos servicios deberían estar al alcance de las personas de clase trabajadora.

			

				

				
Si Davis considera al trabajo doméstico como opresivo, improductivo y degradante; Federici, en contraste, asumirá el carácter opresivo de este tipo de trabajo en relación con el contexto socio-histórico en el que tiene lugar:

			Ha sido convertido en un trabajo que oprime a quien lo realiza porque se realiza en condiciones que quedan fuera de nuestro control. En este momento de necesidad de cambio social, y con esta mirada marxista-feminista, creo que el cambio debe empezar por una recuperación del trabajo de reproducción, de las actividades de reproducción, de su revalorización, desde la óptica de la construcción de una sociedad cuyo fin, en palabras de Marx, sea la reproducción de la vida, la felicidad de la sociedad misma, y no la explotación del trabajo.

			

				

				Federici,
A diferencia de Federici y Dalla Costa, Davis sostendrá la necesidad de que las mujeres luchen por lograr empleos en igualdad de condiciones con los hombres, aunque el empleo en el marco del capitalismo siempre sea alienante y no resulte en ese sentido liberador.

			

				

				Davis,
En cambio para Dalla Costa, 'la esclavitud de la línea de ensamble no es la forma de liberarse de la esclavitud del fregadero de la cocina'.

			

				

				Dalla Costa, 'Las mujeres y...', 42.

			57 Estos debates nos permiten entender que Hooks proponga un desplazamiento como clave de lectura para pensar la emancipación: de la idea del trabajo como esencialmente liberador, a la importancia de la independencia económica como forma concreta de emancipación de las mujeres.

			

				

				Hooks,
En torno al debate sobre el acceso al mercado laboral como fuente de independencia económica, Hooks afirma: 'Pero sólo las mujeres privilegiadas podían llegar a pensar que trabajar fuera del hogar les proporcionaría ingresos bastantes como para ser autosuficientes económicamente. Las de clase trabajadora ya sabían que los salarios que ellas recibían jamás podrían liberarlas'.

			

				

				Hooks,
En el mismo sentido, Federici criticará al feminismo que desde organismos internacionales propone políticas basadas en el género, que invisibilizan opresiones relacionadas con la clase y la raza. De esta forma señala que, de la mano de políticas orientadas por la igualdad de género promovidas por la ONU, se revelan complicidades con invasiones internacionales y apropiaciones de tierras comunitarias. Este feminismo liberal, en aras de ocupar posiciones tradicionalmente asignadas a hombres, no busca transformar el sistema económico y social. Reproduce relaciones de poder opresivas hacia mujeres negras y/o de clases económicas bajas. Se trataría del feminismo que entiende que la emancipación de las mujeres se mide a partir de la ocupación de puestos ejecutivos en las empresas o a través de la incorporación a los ejércitos.

			

				

				Federici,
En síntesis, tanto Dalla Costa, Davis y Federici coincidirán en la necesidad de luchar contra el capitalismo. Disentirán en la consideración que hacen del trabajo doméstico, así como en las estrategias de lucha. Para Dalla Costa y Federici, como integrantes del Movimiento por el Salario para el Trabajo Doméstico, es un trabajo reproductivo que constituye la base de todo el capitalismo. Es necesario aspirar a su remuneración con el fin de visibilizarlo, así como para generar condiciones propicias para la unidad de lucha contra el capitalismo. Para Davis, en cambio, es necesaria su industrialización y socialización con el fin de liberar a las mujeres de sus casas -verdaderas prisiones- para que puedan participar de los empleos y unirse a los hombres en la lucha contra el capitalismo.

			

				

				Davis,
Los feminismos negros nos convocan a comprender que es necesaria la consideración de la interseccionalidad clase-raza-género para arribar a análisis más complejos de las diferentes formas de opresión. Esa teoría de la interseccionalidad está en la base del feminismo negro afroamericano. 
			 
				 
				Jabardo, 'Introducción...', 28. 
			65 Si sólo tenemos en consideración una de las tres variables, perderemos de vista otras opresiones que se pueden ejercer, por ejemplo, entre mujeres de distintas clases y razas.

			El cuidado no puede pensarse por fuera de relaciones de dominación, relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, así como entre clases y razas.

			

				

				Pascale Molinier y Matxalen Legarreta, 'Subjetividad y materialidad del cuidado: ética, trabajo y proyecto político',
A lo largo de este trabajo buscamos trazar una genealogía de las relaciones entre feminismos y cuidados, centrándonos en las décadas de 1960 y 1970. Los feminismos han tenido un rol fundamental en la visibilización de tareas de cuidado asumidas históricamente por las mujeres, en la valorización del cuidado como una ética para pensar modos alternativos de relacionarse, así como en el pensar el cuidado desde un lugar central para construir otras formas de organizar nuestras sociedades. En otros términos, los feminismos han hecho un aporte decisivo para considerar el cuidado como trabajo, ética y paradigma.

			El cuidado es un concepto no desplobado de ciertas tensiones. Puede así devenir el nombre para distintos tipos de opresiones, constituir su ropaje, su vestimenta. Si distinguimos en qué situaciones y contextos el cuidado se constituye como una forma de opresión, podremos entonces desglosar aquellos sentidos y prácticas que del mismo pueden devenir plataforma para pensar y vivir otros modos de vincularnos.

			Una primera conclusión a señalar sobre el cuidado como práctica y ética coloca en el centro las interdependencias de las que todos somos parte. En ese sentido, contribuye a desmontar el ideario de sujeto fundante de la modernidad: un sujeto racional, aislado, independiente, que no depende de nada ni de nadie, desprovisto de afectos y de relaciones que lo constituyen y le permiten sostener su vida. Por el contrario, el cuidado abona a la noción de un sujeto que sustenta su vida y la de los demás en interdependencia, tanto de otros como de la naturaleza de la que es parte. Las escisiones mente-cuerpo, naturaleza-hombre, se desvanecen en la medida en que para sustentar nuestras vidas necesitamos cuidar de los otros, del agua, de la tierra, de nosotros mismos.

			Estas interdependencias no siempre son gestadas y desarrolladas en condiciones de simetría e igualdad. El feminismo adviene entonces como una plataforma posible para pensar distintos tipos de opresiones, en función del género, la raza, la clase, la nacionalidad, la diversidad funcional.

			Creemos que algo del cuidado es imposible de capturar mediante su consideración como trabajo. Algo chirría en tal encuentro. Por lo que, si cuidar es más que trabajar, e incluso más que un trabajo con implicaciones afectivas, relacionales y emocionales, se asoma su dimensión ética. Cuidado puede ser el modo en que plasmamos determinadas formas de vincularnos, basadas en la responsabilidad y el compromiso afectivo con el otro, así como con nosotros mismos.

			

				

				Boff,
Hallamos en la ética del cuidado la posibilidad en la medida en que sea universalizada, de construir modos de relacionarnos basados en la colaboración y la responsabilidad en las relaciones. Modos que entran en contraposición con el control y el dominio.

			

				

				
Cuidado desde una dimensión ontológica-existencial es también el modo en que el ser humano se construye en su humanidad, así como persiste como especie. El cuidado ha asumido formas históricas específicas y, por tanto, es un concepto y una práctica profundamente histórica. Y también está, como en la fábula de Higinio, desde el principio. Punto de origen de nuestras existencias, y hábil compañía de las mismas. Sin cuidado, no habría existir posible. 'Sin cuidado dejamos de ser humanos'.

			

				

				
Asumir que todos necesitamos de cuidado, es reconocer nuestra vulnerabilidad como condición existencial; en otros términos, la necesidad de los otros para poder sostener nuestras vidas.

			

				

				Siguiendo a Judith Butler, el cuerpo humano depende de una infraestructura, que entendida complejamente abarca el entorno, las relaciones sociales y las redes de apoyo y sustento. Si repensamos la relación entre cuerpo humano e infraestructura podemos poner en entredicho la idea de un cuerpo autosuficiente.

			71 Aceptar la vulnerabilidad, así como la eco-interdependencia de nuestras vidas, no equivale a renunciar a nuestra capacidad de acción y/o de agencia. Es a partir del reconocimiento de la vulnerabilidad que podemos identificar plataformas de resistencia hacia los múltiples discursos y prácticas que nos afectan. Como ha demostrado Foucault, el cuidado no es tipo de actividad pasiva, implica transformación.

			

				

				Foucault,
La capacidad de verse a uno mismo o misma vulnerable no es algo muy valorado en nuestra sociedad. Hasta que reconozcamos que todos y todas recibimos cuidados no se podrán producir cambios en nuestra forma de pensar acerca del cuidado ni se producirá ningún cambio fundamental en la infravaloración del cuidado.

			

				

				Joan Tronto, 'Cuando la ciudadanía se cuida: Una paradoja neoliberal del bienestar y la desigualdad' (
En síntesis, consideramos que la noción de cuidado nos permite partir de una concepción social de la persona. El mundo no está constituido por individuos aislados y racionales que compiten en el mercado, sino por redes de personas que se encuentran entrelazadas y satisfacen sus necesidades. Es necesario que discutamos los múltiples puntos de opresión en relación al género, la raza y la clase, que conforman dichas redes, de manera que el cuidado nunca devenga el buen modo de designar cualquier tipo de opresión y en cambio sea el modo en que nombramos el compartir la responsabilidad en la sostenibilidad de la vida en sus múltiples expresiones. El cuidado debe ser una responsabilidad compartida, recíproca y solidaria.

		Artiaga Leiras, Alba, “Producción política de los cuidados y de la dependencia: Políticas públicas y experiencias de organización social de los cuidados” [Tesis doctoral], Universidad Complutense de Madrid, España, 2015. Recuperado de
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Leonardo Boff,
Desde la década de 1980, comienza a utilizarse en estudios feministas el término cuidado y se lo emplea en asociación con otro término: ética. Los estudios de la
Mariarosa Dalla Costa, 'Las mujeres y la subversión de la comunidad', en Selma James y Mariarosa Dalla Costa,
Michel Foucault,
Gayle Rubin, 'El tráfico de mujeres: Notas sobre la 'economía política' del sexo',
Silvia Federici,
Federici,
Federici,
Federici,
Cristina Carrasco, Cristina Borderías y Teresa Torns, 'Introducción. El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuales',
Federici,
Rubin, 'El tráfico de mujeres...', 98.

			Federici,
El liderazgo de las mujeres afroamericanas en este movimiento no es casual. Para profundizar en este tópico sugerimos el estudio etnográfico de Carol Stack sobre los roles sexuales y estrategias de supervivencia en una comunidad negra urbana de EE.UU. en la década de 1970. Stack demuestra que los pobres de comunidades negras urbanas han construido redes domésticas como unidad básica de su sociedad, que están compuestas por grupos de personas, sean o no parientes, que cooperan diariamente. Dichas redes se conforman en torno a las mujeres, debido a que son quienes se encargan del cuidado de los hijos.

			Federici,
Dalla Costa, 'Las mujeres y...', 25-27.

			Carrasco, Borderías y Torns, 'Introducción...', 17.

			Ángela Davis,
Carrasco, Borderías y Torns, 'Introducción...', 19.

			Federici,
Dalla Costa, 'Las mujeres y...', 34.

			Carrasco, Borderías y Torns, 'Introducción...', 32.

			Wendy Goldman,
Goldman,
Alba Artiaga Leiras, 'Producción política de los cuidados y de la dependencia: Políticas públicas y experiencias de organización social de los cuidados' (tesis de doctorado, Departamento de Sociología I de la Universidad Complutense de Madrid, 2015), 86-87.

			Alicia Puleo, 'Lo personal es político: El surgimiento del feminismo radical. Kate Millet'.
Generalmente, se considera a Kate Millet y Sulamith Firestone como las exponentes más reconocidas del feminismo radical norteamericano.

			Kate Millet,
Puleo, 'Lo personal es político...'.

			Bell Hooks,
Michel Foucault,
Diego Sztulwark, 'Formas de vida', Lobo Suelto [blog]. Recuperado de http://anarquiacoronada.blogspot.com/2017/02/forma-de-vida-diego-sztulwark.html 
				

			Hooks,
Rubin, 'El tráfico de mujeres...', 100.

			Cornelius Castoriadis,
Sigmund Freud,
Davis,
Mercedes Jabardo, 'Introducción. Construyendo puentes: En diálogo desde/con el feminismo negro', en Sojourner Truth, Ida Wells, Patricia Hills Collins, Angela Davis, Carol Stack, Hazel Carby, Pratibha Parmar, Jayne Ifekwunigwe, Magdalene Ang-Lygate,
Davis,
Betty Friedan,
Friedan,
Hooks,
Jabardo, 'Introducción...', 27.

			Davis,
Davis,
Federici,
Davis,
Dalla Costa, 'Las mujeres y...', 42.

			Hooks,
Federici,
Hooks,
Hooks,
Nos referimos
Federici,
Davis,
Jabardo, 'Introducción...', 28.

			Pascale Molinier y Matxalen Legarreta, 'Subjetividad y materialidad del cuidado: ética, trabajo y proyecto político',
Sugerimos la consulta del libro
Boff,
Siguiendo a Judith Butler, el cuerpo humano depende de una infraestructura, que entendida complejamente abarca el entorno, las relaciones sociales y las redes de apoyo y sustento. Si repensamos la relación entre cuerpo humano e infraestructura podemos poner en entredicho la idea de un cuerpo autosuficiente.

			Foucault,
Joan Tronto, 'Cuando la ciudadanía se cuida: Una paradoja neoliberal del bienestar y la desigualdad' (